Sicilia es otro paraíso de nuestro mediterráneo. Creo que no valoramos lo suficiente la belleza de nuestro propio mar y la gran herencia de nuestra cultura. Nuestro viejo continente Europa.
La llegada a Sicilia fue algo tumultuosa, la isla estaba en llamas, el aeropuerto de Catania en fuego, varios puntos de la isla transformados en cenizas y otras seguían de rojo vivo con unos fuegos bien vivos aun devastando la tierra. Me dolió mucho ver esos incendios devastando esos precios pinares y pueblos antiguos. Los dos primeros días no pude remar por los retrasos causados en el aeropuerto, pero aproveche para tomarme uno de mis cafés favoritos: el ristretto italiano y visitar la playita del pueblo en el que me aloje la primera noche.
Mi primer amanecer remando fue Scopello, el mar estaba tranquilo aun despertándose suavemente y el agua cristalina aún no había llegado ningún turista para entorpecer mi momento con Mi Mediterráneo que tanto adoro y el sol apenas acababa de emerger del horizonte. ¡Qué más pedirle fue pura paz! Una tranquilidad inmensa esa mañana sin negatividad que necesitaba más que nunca ese día. El viajar y aventurarme sin rumbo exacto ni presión forma parte del ritual del viajero. El ahora, el adaptarse, el acomodarse a las situaciones y que ningún despropósito amargue un viaje que tiene que ser alegría, paz, amor por el mar, por el deporte, por perderse en el horizonte. El silencio, la soledad que solo te puede ofrecer un entorno natural sin gente, sin coches, sin ruidos de ciudad un sitio de encuentro contigo mismo y los cuatros elementos sin rumbo.
En Scopello me quede tan maravillada que apenas reme unos 15km ese amanecer me había dado tanta tranquilidad que no quise remar más sino pausar. Mas tarde cuando el embobamiento me paso (aún era muy pronto y Sicilia seguía durmiendo) fui a Cornino. Vaya belleza acuática, aguas cristalinas con nada de impureza, se podía perfectamente ver el fondo hasta unos 6 o 7 metros muy transparente desde mi tabla y nada contaminada. Estuve remando unas 5h rodeando la reserva natural de Monte Cofano remando primero por la parte Este de la Bahia de Cornino para llegar a la punta de sarceno y la Torre de Cofano. Esa zona también es espectacular.
Adoro la herencia que nos han dejado nuestros antepasados en el mediterraneo sean romanos, moros, sicilianos, griegos cualquier etnia cualquier monumento, rincón me parecía increíblemente bonito. A pesar de haber viajado por el mundo todo me trae siempre de vuelta a mi Andalucia y Mediterraneo. Obviamente, Sicilia se parece mucho a algunas zonas de Andalucia con sus olivos, limoneros y su cerámica, ese olor mágico a verano y ese calor pesante pero adictivo si estas en el mar.
Mi próximo destino fue Maddalusa donde me quede tres noches y aproveche el amximo para remar, comer,dormir y repetir. Tuve la grandísima suerte de conocer a Massimo, a Corleone y otros personajes míticos de la isla tenían algo entre mafioso y encanto que me enamoro aún más de Sicilia. Me contaban historias tan fascinente que parecía que estaba en la película del Padrino. Para los que me conocen no busco ni turismo ni sitios populares sino lo más remoto posible y alejado de las ciudades. Me encantan los pueblos de pescadores, las reservas naturales y las zonas de acantilados, busco lo autentico de cada país. Cierto es que vi sitios mágicos, pero a veces lo que hace un sitio mágico no es solo su paisaje sino que también su gente (los locales) y aquí, en el interior y en el sur pude sentir ese sentimiento de autentico siciliano.
La reserva natural de Punta Bianca fue impresionante y a la vez muy física ya que estuve remando casi 8h porque giro el viento y soplaba suficientemente fuerte para ralentizarme. Cuando tienes un día que te crees que todo va a salir genial y que miraste el viento antes de salir pero que de repente el Mediterráneo con su carácter tan peculiar decidió hacerte la rutilla un poco más turbulenta, pero eso hizo que ese día fuese aún más especial: batallando las aguas sicilianas.
Aquella noche al regresar estuve muy cansada y deshidratada, pero conocí a una madre y su hija que viajaban y que tenían Lupus como yo y no sé cómo acabamos alquilando un barco para echar el día más tranquilo y estar juntas hablando de nuestras miserias medicales. Nos fuimos hacia el norte, me hice super amiga del capitán, tanto que me dejo llevar el barco fue divertidísimo. Yo chapurreo el italiano, él hablaba siciliano cerrado y estas dos chicas de América Latina fue lingüísticamente divertidísimo. Fuimos a punta Piccola y a la famosa scala dei Turchi hasta el capo Rossello.La scala dei Turqui es un sitio muy especial y cambia mucho del estilo mediterráneo ya que es una formación de roca muy blanca que contrasta mucho con el resto de la isla. Por la noche, Massimo nos invitó a un pedazo de cena típica de la zona y fue “deliciozo,che specttacolo, maraviglia, mamaaa mia!
Pero Sicilia seguía en llamas y el viento no ayudaba a calmar ese problema y cuando pensé que ya no podría remar de repente vi desde mi balcón unas olas super glassy así que no dude ni un segundo en bajar a la playa y me pase dos horas de puro disfrute y gozando de ese sitio con vistas al Valle dei Templi hasta que ya se puso muy mal y picado. Así que toco un buen desayuno con la señora Suzi y “farniente” el resto del día. Me estaba dando gustillo eso del “farniente” especialmente después de haber surfeado olas perfectas durante dos horas como que me lo había ganado y el viento hacía que estar en la piscina fuese super liviano en ese calor de verano.
Mi ruta tenía que seguir, el fuego y el viento también seguían por desgracia pero pude llegar a la zona de Syracuse y remar muy pronto por la mañana hasta que a las 11h ya llegaba el viento y el mar se ponía insoportable y peligroso pero aun así empezando a las 5h de la mañana me dio tiempo de remar como 6h y ver bastante: el Castello Maniace me encanto estaba protegido por una especie de muralla subacuática y más adelante en la zona Di Priolo disfrute muchísimo no porque fuese muy bonito sino que me encontré con un grupo de gente que vino a conocerme y me esperaban en la playa porque seguían mis aventuras. Es super bonito cuando alguien se acerca a ti y te dice: ¡Sei la Coco! Con ese acentito siciliano “vieni con noi, abbiamo qualcosa di pronto per te” y dejas los trastos y ahí acabas en un chiringuito en una mesa con toda la mejor comida de Sicilia y una familia que te conoce de tu última aventura en los 600km de Cerdeña y que Corleone había mencionado mi nombre a esa familia. Todo un festival alimenticio y risas sin parar hasta la noche. ¡Nos pusimos finos!
La señora Antonella con la que vivía me dijo que fuese a una casa de campo que tienen sus padres para ir a ver el Etna y como el viento era muy fuerte me vino de lujo ir allí. ¡Espectacular! El Etna frente a mi debajo del porche de una casa siciliana tradicional, un limoncello artesanal hecho por ellos y las hojas del viñedo hacían de marco como si lo que veía fuese un cuadro pintado. Olía a verano, los pájaros cantaban, los chicharros por la tarde anunciando otra ola de calor, a lo lejos las llamas y esperando que no llegaran hacia nosotros y conversaciones media andaluzas e italianas, nos entendíamos con palabras o con gestos, los nenes jugando con tirachinas dándole a conservas vacías. Me sentí tan bien acogida que era una mas de la familia siciliana.
Pero ya tocaba despedirse e ir a mi siguiente destino: Malta!
Share it