Os compartimos artículo publicado en el Heraldo de Aragón sobre el Skate Wing.
Un monopatín cualquiera y una vela hinchable que puede comprarse por 350 euros de segunda mano es todo lo que se necesita para poder practicar skate wing. Este deporte, que ya se empieza a ver en Zaragoza, es una combinación entre estas dos modalidades y consiste en dejarse llevar por la fuerza del viento subido en un skate. Para desplazarse, hace falta sujetar una vela con las manos y mantener el equilibrio.
Javier Usón, Rubén Vega, José y Luis Ortiz de Orruña son cuatro amigos aficionados a estas disciplinas que desde hace unos meses practican el skate wing en varios espacios de Zaragoza. Cuando hace viento pero no demasiado (entre 18 y 25 kilómetros por hora), van al recinto ferial de Valdespartera y ruedan sobre el asfalto. En días de más cierzo, aprovechan para ir hasta el parque de Plaza y poder practicar sobre césped, donde hace falta más ayuda del viento para moverse.
En realidad, el skate wing es, por llamarlo de alguna manera, el hermano pequeño del wingfoil. Se practica en el agua (ya sea un pantano o en el mar) y su aliciente está en conseguir despegar y elevarse con una tabla y la vela sobre el agua. Es una mezcla entre windsurf y kitesurf que se podrá ver en los Juegos Olímpicos de París 2024 y que cada vez se practica más en España.
Como en Zaragoza no se puede llevar a cabo, este grupo de aficionados empezó a probar sobre el asfalto, también como primer paso en un complicado aprendizaje. “Con el patín aprendes a conocer las direcciones del viento y cómo funciona la vela. Quienes saben rodar, en media hora de práctica ya van y vuelven sin problema”, explica Luis Ortiz de Orduña.
En su caso, practica paddle surf y su aprendizaje hacia el wingfoil ha continuado combinando ambas disciplinas. Lo denomina Sup wing y consiste en salir al agua con la tabla de paddle y la vela. Para ir deslizándose no es necesario demasiado viento, ya que no hay que despegar, y se puede practicar en pantanos o en el mar.
Pero el tercer paso, el necesario para dar el salto al wingfoil, es el verdaderamente complicado. “Después de varios días saliendo al mar con bastante viento, he conseguido estar en el aire entre 5 ó 10 segundos. Vas a unos 25 kilómetros por hora y la sensación de no escuchar nada y de libertad es brutal”, asegura.
Conseguir este pequeño logro no ha sido fácil y eso que Luis está acostumbrado a la práctica de este tipo de deportes. “Funciona como un avión cuando quiere despegar. El foil, que es un mástil que va por debajo del agua, se empieza a levantar conforme la vela coge velocidad con el viento. Para eso, hace falta que sople bien y que todo el equipo, tanto la tabla como la vela y el foil, sean del tamaño adecuado al peso de cada uno”, explica.
Una vez conseguido el primer reto, elevarse sobre el agua, hay que conseguir mantener el equilibrio y la altura, compensando con el cuerpo un tanto echado hacia atrás. “Todo esto lleva días y días de práctica. Cuesta porque una vez que estás arriba, a 50 o 90 centímetros del agua, vas muy rápido y entra miedo”, asegura.
Por eso, su recomendación de aficionado y principiante en el wingfoil es que quienes están empezando, como él, no se frustren y no tiren la toalla a la primera de cambio. “La gente lo pelea porque merece la pena conseguirlo, pero hay que disfrutar con el aprendizaje y echarle horas”, añade.
En este camino, Luis aconseja ponerse en manos de profesionales. En Aragón, se pueden recibir clases de wingfoil en el pantano de La Loteta, a través de varios clubes y escuelas, como Zsurf y Club Kitesurf La Loteta, especializados en todo tipo de deportes acuáticos de vela. “Además, es fundamental tener el material apropiado, el adecuado a tu composición corporal y a tu nivel. Yo peso 98 kilos y tengo que llevar una vela más grande, de siete metros, para poder levantarme con el viento. El foil, ahora que lo que busco es esa elevación, también tiene que ser grande, aunque esto signifique que se oponga más resistencia al agua y no se vaya tan rápido. Primero quiero aprender a levantarme sobre el agua y, con el tiempo, intentaré coger velocidad, con un mástil más pequeño”, explica.
Aunque no es apto para todos los bolsillos (un equipo completo barato cuesta mínimo 1.500 euros), el wingfoil es un deporte cómodo y fácil de practicar en lo que a equipo se refiere. “La tabla es mucho más corta que la de windsurf y no hacen falta los hilos, el mástil y la botavara del kitesurf. Una disciplina, esta última, que además no se puede practicar en todas las playas”. Junto con la tabla, el foil y la vela (que va deshinchada en una mochila pequeña), el equipo lo completan un neopreno para meses fríos, así como un casco y un chaleco anti impacto, para evitar daños en posibles caídas.
El Wing Club Zgz va ganando adeptos
Tanto por la logística como por lo costoso del material, Luis y el resto de amigos son conscientes de que ponerse a practicar este deporte de buenas a primeras no está al alcance de todos. Requiere desplazarse al menos a algún pantano, si no es a la costa, y hay que disponer de tiempo.
Por eso han decidido montar el Wing Club Zgz, a través del que quieren dar a conocer la existencia del skate wing, un paso previo al wingfoil mucho más accesible para todos. “De momento no llegamos a diez personas pero desde que empezamos ya hemos ido notando un mayor interés”, explica Luis. Y es que cuando les ven, con un monopatín y una vela de dimensiones considerables rodando por ahí, es complicado no acercarse a preguntar. Lo hacen sobre todo jóvenes aficionados al skate, que pueden probar sin ningún compromiso y gratis cómo se les da esto del skate wing.
“Por ahora hemos creado una cuenta en Instagram (@wingclubzgz) para que los interesados nos contacten y la idea es, de cara a septiembre, ir dándonos a conocer y que se vaya uniendo más gente”, explica. Durante el otoño-invierno, cualquiera podrá encontrarles tanto en Valdespartera como en el parque de Plaza. “No damos clases en sí, pero quien quiera puede venir a probar la práctica. Nos contactan, quedamos con ellos y les prestamos el material”, añade. Por su propia experiencia saben que para poder moverse en skate wing no es necesario tener conocimientos previos en monopatín. “La vela te sirve de apoyo. Yo no sé ir en el patín sin ella”, asegura. Esto hace que quienes saben patinar, en media hora ya están cómodos con esta versión.
En su corta pero intensa experiencia con el skate wing, Luis ha observado cómo prácticamente todos los que lo prueban terminan comprándose su propia vela para ir mejorando y, quién sabe, quizás terminar surcando las aguas con el wingfoil.
Artículo publicado anteriormente en el Heraldo de Aragón
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